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Cuerpos excavados

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El Museo Casa de la Memoria fue una vez más escenario del VII Festival de Artes Eróticas. En esta oportunidad, con la metáfora de las excavaciones desmesuradas, que se hacen en la tierra para extraer sus materiales, se realizó el laboratorio: Cartografía de un cuerpo encarnado en nuestrxs cuerpxs. El Festival de Artes Eróticas es una apuesta que, desde 2016, asume un grupo de personas para cuestionar, reflexionar y transformar las ideas impuestas socialmente alrededor de la sexualidad, de los cuerpos. Hoy es reconocido como el festival de sexualidad más grande de América Latina y tiene como propósito “abrir un espacio de encuentro donde las personas puedan expresarse abiertamente sin ningún tipo de discriminación, además de manifestarse abiertamente con respecto a la sexualidad, la diversidad y el erotismo, para así tener la oportunidad de enunciar este punto de vista siempre a favor de la igualdad y la sana convivencia”.

El Museo Casa de la Memoria ha sido aliado de este festival y en esta versión fue el escenario para el laboratorio “Cartografía de un cuerpo encarnado en nuestrxs cuerpxs” que se centró en abordar el cuerpo desde los contextos sociales, políticos, sexuales, violentos y del miedo para poner en paralelo el cuerpo planeta con el cuerpo individual y el cuerpo colectivo del dolor, de las cicatrices, las heridas y, como lo nombró su productora Caro Mockridge, una memoria ancestral. 

Para este laboratorio se utilizó la metáfora del excavar y perforar la tierra sin pensar en el daño que se le hace y las repercusiones que esto puede generar, la premisa es que así mismo sucede con los cuerpos que son dañados por diferentes realidades e historias y que finalmente colapsan y se ven afectados desde la salud física y mental. ¿Es posible no estar enfermo en una sociedad como la nuestra? fue una de las preguntas que surgió en el desarrollo del laboratorio. Expresiones de dolor, resentimiento, heridas familiares y llanto surgieron entre los movimientos corporales, las imágenes proyectadas de personas desaparecidas, operaciones militares, manifestaciones masivas y represiones. Estas emociones y experiencias depositadas en un ejercicio cartográfico dibujando colectivamente la silueta de los cuerpos para escribir, dibujar y tachar sobre él lo que cada participante necesitaba soltar y nombrar para sanar.

En palabras de Caro Mockridge, quien facilitó este laboratorio, se dedica al psicoanálisis y es una de las productoras de este festival, la intención fue enfatizar en “cómo la violencia territorial geográfica, social, se va encarnando y se sigue encarnando en nuestro cuerpo, cómo nos pódemos dar cuenta que podemos cartografiar nuestro cuerpo como un cuerpo colectivo, un cuerpo no solamente individual, que solamente a nosotras nos quedan huellas, sino también en un grupo podemos unir las violencias generales y sistemáticas, pero también desde símbolos, de ejercicios tan básicos como el de rayar, moverse, enfrentarnos con una imagen, cómo percibimos esa imagen”.

El cuerpo, es también un repositorio de memoria, una memoria que necesita contarse, visibilizarse y sanarse. En el Museo Casa de la Memoria se dignifican las historias que atraviesan la humanidad y el ser. Sobre este escenario, para cerrar, el protagonista fue el abrazo como simbolismo de compañía, de apoyo y esperanza para seguir caminando desde el aprendizaje y la colectividad.

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