La voz de las víctimas de crímenes de Estado
y la justicia transicional restaurativa

“Mi sobrino no era un guerrillero”, exclamó con vehemencia.
Con motivo de la conmemoración del Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas de Crímenes de Estado, que tuvo su origen en 2008 gracias a una movilización nacional impulsada por el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), el pasado 6 de marzo de 2025 se realizó un conversatorio en el Museo Casa de la Memoria, en el cual se resaltó la importancia de la visibilización de la lucha de las víctimas por encontrar la verdad y obtener una reparación integral tras el arrebato de un ser querido en el marco del conflicto armado y los crímenes de Estado.
Un espacio para evocar la memoria y la justicia restaurativa
El evento inició con unas palabras del director del museo, Luis Eduardo Vieco, quien destacó la necesidad de escuchar las voces de las víctimas, reconocer y acompañar sus procesos de reparación simbólica y reivindicación de su dignidad. Subrayó que la conmemoración no es solo un acto para recordar, sino una herramienta de transformación para la construcción de una paz real y duradera. En ese sentido, invitó a seguir trabajando por el fortalecimiento de los procesos de reparación simbólica que sirvan para garantizar que todas y todos conozcan lo que sucedió y dimensionen la magnitud de los crímenes cometidos para evitar su repetición en el futuro. Destacó, además, el papel de la sociedad civil en la exigencia de justicia y en la consolidación de escenarios que permitan la reconciliación y el esclarecimiento de la verdad.
El conversatorio contó con la moderación de Ólmer Muñoz Sánchez, magíster en Estudios Políticos, y con la participación de panelistas como Esneda Altamirano Correa, víctima del caso del Cementerio “Las Mercedes” de Dabeiba; Nino Angelo Rosanía Maza, magíster en Ciencias Cognitivas; y Carolina Gómez García, asesora de Justicia Restaurativa de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

El testimonio de una víctima: la lucha por encontrar la verdad
El encuentro tuvo por eje central el testimonio de Esneda Altamirano Correa, quien compartió su experiencia como familiar de una víctima de ejecución extrajudicial. Narró el caso de su sobrino, John Jarvi Cañas Cano, quien un día buscando mejores oportunidades laborales, salió con rumbo a la Terminal y nunca se volvió a saber de él. Su familia, sin saber su paradero, pasó años buscando respuestas, enfrentándose a la indiferencia institucional y a trabas burocráticas y respuestas evasivas, lo cual dificultó los llevó a caer en un bucle de revictimización. Sería años después que se conocería que John Jarvi, había sido asesinado en 2005 y presentado como un “falso positivo”, pero antes de llegar a esa verdad, Esneda fue testigo de cómo su hermana Amparo, madre de John, se iba muriendo en vida, al no saber del paradero de su hijo: “mi hermana una mujer vanidosa que le gustaba arreglarse, no volvió a pintarse las uñas ni a arreglarse el cabello, nunca volvió a sonreír, no quería vivir”.
Durante su lucha, su familia se encontró con innumerables obstáculos y cuando ya estaban a punto de rendirse, la JEP llegó como un “salvavidas”, esa “luz de esperanza” (Esneda Altamirano) que les recordaba que todavía era posible conocer lo que realmente había sucedido con John Jarvi. Por fin iban a tener esa verdad por la que tanto habían luchado por más de una década.
La víctima relata que el día que se encontraron de frente con el compareciente, es decir, con uno de los oficiales que había estado presente en la ejecución de su sobrino/hijo, y escucharon el relato de cómo habían sido los últimos minutos de vida de su ser querido sintieron “que les volvió el alma al cuerpo”. Si bien conocer estos hechos no les iba a devolver a John Jarvi, sabían que su sobrino/hijo no había sufrido al momento de la ejecución – la víctima narra que el compareciente contó que a su sobrino, junto a los otros muchachos, los bajaron del bus en medio de la noche, los pusieron de rodillas y luego llegó un general que les dio un tiro por la parte de atrás de la cabeza”-; pero además, tras 19 años de búsqueda incansable, por fin iban a poder recuperar los restos de este hijo, este sobrino, este joven (como muchos de este país) que un día salió de su casa lleno de esperanzas y nunca más regresó; y lo más importante, podrían darle una despedida digna y cálida en el seno de su familia.
Hoy, Amparo Altamirano, es una mujer que ha recuperado su sonrisa, que recuperó su deseo de vivir, de arreglarse, de cuidarse y de seguir honrando la memoria de su hijo John Jarvi; y Esneda, se siente feliz y honrada de poder decir a viva voz (a sus vecinos, a sus amigos, a la gente del pueblo y a todas las personas que escuchen su testimonio): “mi sobrino no era un guerrillero”.
Este testimonio servir como un llamado a seguir fortaleciendo los mecanismos de verdad y justicia restaurativa para las víctimas de crímenes de Estado, subrayando que, “sin verdad, sin reconocimiento y sin memoria, la paz será imposible”.
El papel de la Justicia Restaurativa en el esclarecimiento de los crímenes de Estado
Carolina Gómez García, a partir del testimonio de Esneda, explicó el rol de la JEP en el esclarecimiento de los crímenes de Estado y abordó dos de los once macrocasos en investigación que están directamente relacionados con este tipo de crímenes. El primero el caso 03: asesinatos y desapariciones forzadas presentados como bajas en combate por agentes del Estado, el cual ha sido clave para evidenciar la magnitud de las ejecuciones extrajudiciales o «falsos positivos», revelando que cada uno de estos “microcasos” no se han tratado de hechos aislados, sino de una práctica sistemática con incentivos por parte de altos mandos militares (Gómez García, 6 de marzo de 2025). El segundo marcocaso traído a colación fue el caso 08: crímenes cometidos por la fuerza pública y agentes del Estado en asociación con grupos paramilitares o terceros civiles, en donde sus resultados han permitido documentar la colaboración entre estos actores para consolidar el control territorial en algunas zonas del país, mediante asesinatos selectivos, desplazamientos y desapariciones forzadas.
La panelista enfatizó que la JEP no investiga al Estado como entidad, sino a los individuos responsables dentro de sus instituciones. Explicó que la justicia restaurativa no se enfoca exclusivamente en sanciones, sino en la búsqueda de verdad, reparación y transformación social.

Revictimización y violencia epistémica
Uno de los puntos centrales, que tiene que ver con el lugar que ocupan las víctimas en la construcción de la paz fue abordado por el profesor Nino Angelo Rosanía Maza, quien destacó el problema de la violencia epistémica, la cual se entiende como la deslegitimación del testimonio de las víctimas debido a prejuicios institucionales y sociales. Explicó que en Colombia muchas víctimas han sido desacreditadas por su origen campesino, afrodescendiente o indígena, o por haber sido catalogadas como “colaboradoras de la guerrilla”. Subrayó que este silenciamiento constituye una forma de injusticia y revictimización, ya que imposibilita su acceso a la verdad y la reparación.
Después de escuchar el testimonio de Esneda, y conocer las peripecias por las que tuvieron que pasar ella y su hermana por conocer la verdad sobre el “paradero” de John Jarvi, el profesor concluyó diciendo que “la violencia epistémica perpetúa la segregación y robustece la impunidad, pues impide que las víctimas sean reconocidas como agentes válidos de la memoria y la justicia” (Rosanía Maza, 6 de marzo de 2025).
Esto sin duda, refuerza aun más ese llamado ya no al Estado y las instituciones sino a la sociedad, a mirar desde la empatía las consecuencias que trae para una víctima no solo el perder a un ser querido, a ser desarraigado de sus tierras, a sufrir violaciones sistemáticas de derechos humanos, sino también a ser constantemente revictimizado a través de la violencia epistémica.
La verdad, el reconocimiento de las víctimas y la memoria como ejes centrales en la construcción de paz
El conversatorio concluyó con la reafirmación de que el reconocimiento de las víctimas es fundamental para la construcción de paz en Colombia. Se enfatizó la necesidad de fortalecer la memoria colectiva y generar espacios que dignifiquen a quienes han sufrido crímenes de Estado. Además, se destacó que la justicia transicional no debe limitarse al ámbito jurídico, sino que debe ser un proceso social que involucre a toda la sociedad.
La memoria, en este contexto, no solo permite el reconocimiento de las víctimas, sino que también se presenta como una estrategia clave para la no repetición. Asegura que las nuevas generaciones comprendan los impactos del conflicto armado y asuman un papel activo en la construcción de un mejor país.
Finalmente, el testimonio de las víctimas es esencial para alcanzar la justicia y la reconciliación en Colombia. Garantizar su voz en los espacios de memoria y verdad no solo dignifica su lucha, sino que también fortalece la justicia epistémica, permitiendo que su experiencia sea reconocida como un conocimiento válido y necesario para comprender la historia del conflicto. La inclusión de sus relatos en el debate público y en las instituciones de justicia contribuye a desmontar narrativas oficiales que han silenciado sus denuncias, y a cimentar un proceso de paz basado en el reconocimiento y la reparación.
Referencia
Museo Casa de la Memoria. (2025, 6 de marzo). Conversatorio: Día de la Dignidad de las Víctimas de Crímenes de Estado. YouTube https://www.youtube.com/live/PpFLaAPhWf0?si=JOeRDviPjaW-ayte